Es como si tuviera una puerta o como si se tratara de una gran balanza… o una máquina con botones y todo. En una de las partes de la balanza, una pila de cosas que al estar más llena, por su peso baja y deambula por mi tierra y me rige. Me muevo automatizada, cumplo obligaciones y obtengo resultados.
Y será que hay momentos en que esa parte se libera y de golpe sube y me comienza a gobernar el otro extremo de la balanza, que por la puerta se escapan, ansiosos por haber pasado tanta inactividad, tantas cosas cotidianamente desconocidas como imprescindibles, que me cargan de una energía mágica… y sólo pretendo ser hechizada y dejarme volar.
Pero como en todo cuento, hay un ser malvado. Super M tiene poder y está de este lado de la puerta. Super M me creó y decide dónde estar. Y como todo inventor sabe dónde está el botón. Cuando le parece perfecto, surge desde las entrañas y lo acciona.
A partir de ese momento, no hay gravedad ni equilibrio que valgan, todo se revuelve y la luz de la noche se convierte en densa oscuridad.
Me expulsa hacia cielos abandonados donde se que he de morir, pero no aún…
Hasta que el viento se calma… siento que ya no vuelo… que todo se ordena… me acerco a la balanza, quebrada ahora por el torbellino, pero en realidad no sé qué me impulsa… me vuelvo permeable y llueve… la brisa me acerca una carcajada.
Una fuerza persistente en mí desde que tengo memoria, me toma y me ayuda a reacomodar mi balanza, pero no sé por qué lado empezar…
|| C.F. ||